EL CADÁVER DE TOÑO


EL CADÁVER DE TOÑO
DERECHOS DE AUTOR : ALEXANDER MORALEX GÓMEZ.
Antonio al morir no dejó herederos su casa estaba cerrada y sola, puede ser algo muy normal, con la diferencia que de Antonio se decía que tenía conocimientos de brujería, muy reconocido por sus trabajos , muchas personas fueron a su entierro, algunos por noveleros, otros para estar seguros que si había muerto, porque era tanto el poder de este brujo que decían que no podía morir, pero murió, eso sí con el extraño suceso que mientras lo velaban y entonaron una oración el ataúd empezó a moverse como si quisiera salir corriendo, cada que se iba a hacer una oración pasaba lo mismo, así que los presentes optaron por no rezarle, en la iglesia no hubo el suceso tal de que el ataúd se moviera, pero desde que empezó la eucaristía un olor fétido llenó el lugar, una podredumbre que era casi inaguantable, muchas mujeres y niños debieron salirse de la iglesia, otros tantos se marearon, el sacerdote en momentos debía taparse también la nariz , al llevarlo al cementerio en la carroza fúnebre, los pocos acompañantes que quedaban entonaron también una oración, al hacerlo el vehículo en que lo transportaban se detuvo, así cada que querían orar, también estos desistieron, de los pocos que quedaban volvieron a sus vidas normales, solo unas seis personas subieron al cementerio con el cadáver de Antonio, cuando fue dejado en la tumba y sellado, un ruido y un temblor estremeció el cementerio, pensaron que el ruido había sido por el temblor, pero al bajar al pueblo supieron que no hubo ningún temblor, solo pasó en el cementerio.
Mi primo Fernando y yo queríamos saber que había en la casa que había dejado Antonio o el viejo Toño como le decían todos, nuestra curiosidad iba en aumento, más aún que decían que en las noches se oían ruidos dentro de la casa, las personas creían que era el alma de Toño que rondaba sus cosas, mi primo y yo creíamos que eran algunos más osados que nosotros que entraban a sacar algunos artículos de valor y nos iban a dejar sin nada, así que un miércoles en la noche decidimos que ya era nuestro momento, esperamos casi hasta las once de la noche para poder entrar y no nos viera nadie, teníamos todo estudiado, entramos por un patio trasero, no queríamos alumbrar dentro para no llamar la atención, pero no contamos con lo oscuro que estaba dentro, aun así seguimos, la casa es muy pequeña, una cocina, baño y una sola habitación, es allí donde nos dirigimos, su cama seguía ahí, vamos a ver qué hay por ahí, mi primo es el primero en verlo, pone su mano sobre mi hombro para que me detenga, es un hombre que está agachado al lado de la cama, mi primer pensamiento es que se nos adelantaron, nos quedamos paralizados sin saber qué hacer, empezamos a retroceder muy despacio, cuando el hombre se pone de pie y se voltea de frente a nosotros, nos quedamos fríos de miedo, no por el hecho que esté frente a nosotros, es porque el hombre que estamos mirando es Toño, es él, pero en un estado de descomposición de un muerto, está frente a nosotros pero parece no vernos, en su cara no tiene ojos, solo las cavidades donde una vez los hubo, mi primo y yo nos abrazamos y temblamos de miedo, vemos como ese engendro busca por la casa, no ve, eso se nota, tantea con sus manos a medio descomponer como buscando algo a ciegas, el olor es insoportable, huele a muerto, a descomposición, el busca, nosotros simplemente esperamos, pasamos parte de la noche ahí agazapados en una esquina, a eso de las tres de la madrugada, eso que no es ni un muerto, ni un vivo desaparece en el aire, se esfuma, con el se va el olor y todo queda en paz mi primo y yo huimos de allí.
No volvimos a entrar, pero cada noche ojeamos por una rendija, a eso de las diez aparecía Toño, o al menos su cuerpo descompuesto, cada noche más deteriorado, al parecer no podía hablar pero hacía un sonido con su boca que parecía maldecir, siempre buscando a ciegas algo en lo que se le iba toda la noche, todas las noches igual, la última que lo vimos ya en su cuerpo no quedaba nada, solo los huesos, esa noche más que maldecir parecía llorar, después de esa noche no volvió a aparecer, esperamos seis noches y decidimos entrar, no era correcto, no era apropiado, pero esas son las cosas de la juventud, al entrar lo primero que vemos en el suelo es un anillo con media calavera, la otra parte debía estar en un anillo igual a ese, encontramos varios libros todos de recetas de plantas , solo uno era diferente, de magia negra, mi primo conservo el anillo, yo el libro el cual aún tengo sin leer, en verdad me da miedo, mi primo con el tiempo se marchó a otra ciudad y no se que pasó con el anillo; la casa de Toño con el tiempo fue demolida, por ahí pasó una gran autopista, a los cuatro años que sacaron los restos mortales de Toño, mi primo y yo estuvimos allí, queríamos verlo sin sentir temor, pero la verdad es que si que lo sentimos , en su mano izquierda el cadáver de Toño tenía el anillo con el otro pedazo de calavera, al parecer era eso lo que buscaba, pero no pudo encontrarlo.
MORALEX

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